martes, 1 de abril de 2014

Los pasos de la dignidad (III)


“Es normal que la gente se revele” 

Un momento de descanso antes de que iniciara la penúltima etapa.
Estos pies, procedentes de un pequeño pueblo gaditano, se pusieron en marcha el 15 de marzo para unirse con la columna andaluza en Córdoba. Uno de los principales motivos por los que decidió sumarse a las Marchas de la Dignidad coincide con una de las premisas del manifiesto y bajo las cuales se ha gestado este movimiento: trabajo. “Buscamos empleo, vengo de la construcción y en el campo tampoco nos dan trabajo”.

Tiene 36 años, una hipoteca de 600 euros y en noviembre se le acaban los 426 euros que percibe de paro. En ocasiones tiene que acudir a la ayuda de su suegra. “Es normal que la gente se revele”, añadía tras narrar su situación personal.

“Es la primera vez que participo [en una movilización de estas características] y no creo que sea la única” aseguraba. Llevaba casi diez días andando y durmiendo en el suelo de los pabellones polideportivos que cedía el Ayuntamiento de cada localidad a la que llegaban. “La experiencia es inolvidable, sobre todo por conocer gente con explicaciones y argumentos diferentes” indicaba. Por ello y por exigir de nuevo los derechos fundamentales como pan, trabajo y techo afirmaba que “no me importa volver a hacerlo”.

Reconocía que “a veces tenía la sensación de que no podía continuar”. Los callos y demás marcas son el reflejo de las cientos de miles de pisadas que han dado sus pies para llegar hasta Madrid. Cuando le conocimos acababa de recibir la atención de fisioterapeutas y descansaba antes de la hora de comer. 

En ese momento estaban a tan solo 23 kilómetros de Madrid. Por delante, la última etapa hasta Getafe para descansar allí la última noche y dormir a las puertas de la capital. El sábado a las 9.30 horas se pusieron en marcha dirección Atocha. Allí su mujer y su hija le esperaban para sumarse a la marcha y exigir de forma unánime dignidad.

 Texto y foto: A.T.