jueves, 20 de marzo de 2014

Los pasos de la dignidad (I)


Estos pies vienen a Madrid desde Cetina, un pueblo de Zaragoza próximo a Calatayud. No sabían nada de que hubieran unas Marchas de la Dignidad, pero al pasar éstas por su localidad, este par de extremidades inferiores decidió unirse a los caminantes de la columna del noreste y peregrinar hasta la capital bajo la bandera del 22M y la silueta de pisadas como único blasón. Ninguna más. "No pertenezco ni a partidos ni a sindicatos ni a nada de nada", ha aseverado el propietario de estos pies, que se encuentra realizando estudios de ingeniería volcada en las energías renovables, está muy concienciado con el umbral de la pobreza energética y trabaja con el objetivo de reducirlo a cero.

El cuerpo unido a estos pies ha defendido el mensaje de la concordia, de "evitar bandos y discusiones ideológicas, heridas antiguas que no hay que abrir. Hay que caminar juntos". Durante la Marcha estos pies han sufrido un percance debido a las bisagras en mal estado de una puerta, que la hizo precipitarse sobre su dedo meñique provocándole una herida en la uña que seguramente acabará perdiendo. Aún así, estos pies siguen caminando incluso en chanclas. La causa de la dignidad espera en el centro de Madrid este sábado y ninguna herida hará que se detengan.  


Este otro pie ha venido desde Zaragoza ciudad. En la capital aragonesa empezó a marcar su huella el nueve de marzo, punto donde se canalizaron las marchas de Navarra, Cataluña y Aragón. Tras una ruta con etapas de hasta 46 kilómetros ha llegado hoy jueves a Alcalá de Henares junto al otro pie y bajo el cuerpo que sostienen. 

Tiene 23 años y es la extremidad de un estudiante que le ha permitido llegar hasta aquí para mostrar su rechazo a los recortes de los derechos sociales en general y en particular a los relacionados con la educación. “Puedo estudiar porque estoy ya en último curso, si no tendría que salirme de la universidad y no podría terminar la carrera debido al aumento de las tasas” ha asegura el propietario de este pie, a lo que ha añadido que “ya es hora de hacer algo”. 

Es la primera vez que este pie camina en una movilización de esta magnitud y ha reconocido la presencia del cansancio y las secuelas físicas. Tan solo le quedan dos jornadas más de 33 kilómetros en total, pero observar esta corta distancia que le resta le sirve para paliar el agotamiento y obtener una dosis de entusiasmo.

A.T./M.A.V.

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